1876 by Gore Vidal

1876 by Gore Vidal

autor:Gore Vidal [Vidal, Gore]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1976-01-12T16:00:00+00:00


2

Los últimos días podrían haber acabado con cualquier gobierno parlamentario. La Administración Grant parece destinada al matadero, e incluso dicen que tal vez dimita el presidente.

Los acontecimientos se suceden tan rápidamente que me he convertido en una especie de máquina de escribir en la que Nordhoff vierte toda la información que necesito. Es sumamente generoso. Pero es que él escribe cada día, mientras que yo, gracias a Dios, sólo escribo una vez por semana.

El 1 de marzo, Babcock dimitió de su cargo de secretario particular del presidente. Mal aconsejado, como siempre, el presidente ha nombrado a su propio hijo para ocupar el puesto de Babcock. Parece ser que Grant quería conservar a Babcock, pero el señor Fish dijo que, si lo hacía, tendría que buscarse un nuevo secretario de Estado. Pero Babcock no pasará necesidad. El presidente le ha recompensado con la superintendencia de los edificios públicos de Washington, donde puede robar hasta acumular una segunda fortuna. Afortunadamente, están a punto de procesar a Babcock por el robo con escalo de aquella famosa caja de caudales de St. Louis, y todavía cabe la posibilidad de que lo metan en la cárcel.

Nordhoff está muy ceñudo estos días, y también muy complacido. Tal vez todavía puedan limpiarse los establos áugicos[16] de la política americana cuando el público vea en qué estado se encuentran. ¡Pobre Tilden! Tendrá que hacer de Hércules.

El 2 de marzo, Belknap dimitió de su cargo de secretario de Guerra. Hoy he estado con los Belknap, así que ahora tengo su versión de lo ocurrido. Es bastante diferente de lo que Nordhoff cree que ocurrió.

Aterrado por la posibilidad de que le acusaran en la Cámara y le juzgaran en el Senado, Belknap fue a la Casa Blanca el 2 de marzo por la mañana. Con él estaba el secretario del Interior, Zachariah Chandler, un político de Michigan amigo del presidente. Esta secuencia de acontecimientos me la comunicó Nordhoff, y parece plausible.

Según los defensores del general Grant, el presidente había estado tan preocupado con el asunto de Babcock que no se había enterado de las acusaciones contra Belknap… Al escribir estas palabras, se me ocurre pensar que, si Grant no estaba enterado de este asunto, es que verdaderamente es el tonto del pueblo. Ya sé que hay quienes lo situarían dentro de esta categoría, pero yo no me cuento entre ellos. Un estúpido no podría mandar nunca un gran ejército, y menos aún derrotar a un enemigo espléndido y muy listo. Pero debo escribir la historia tal como la cuenta Nordhoff.

Poco antes de la llegada de Belknap y Chandler, el Secretario del Tesoro, Bristow (convertido rápidamente en la Némesis[17] del presidente), interrumpió el desayuno del general Grant para pedirle que recibiera, al mediodía, a cierto congresista de Nueva York que daría al presidente todos los detalles sobre el escándalo Belknap. El general Grant accedió a recibir al congresista.

Interrogante: ¿No mencionó Bristow porqué el congresista quería hablar con el presidente? Y, si lo hizo, entonces el presidente sabía que estaban a punto de acusar a Belknap.



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